Cañón del Río Lobos y Ermita de San Bartolomé

Quería empezar a hablar sobre algún lugar en España atípico, inusual… pero a su vez, espectacular. No tardé ni 10 segundos en dar con la ubicación adecuada. En mi mente se mezclaba paisaje, historia, magia, naturaleza, castillos, y en un momento todo se fusionó y me encontré pensando en el Cañón del Río Lobos.

Nos tenemos que situar en la mitad Norte de España. Dentro de la Comunidad de Castilla y León, entre las provincias de Soria y Burgos, surge, como una brecha profunda y abierta a la Pachamama, el Cañón del Río Lobos. Declarado Parque Natural en 1985, fue una de las primeras zonas protegidas de toda la Comunidad. Más tarde, en 1987, fue también declarado Zona de Especial Protección para las aves, ya que en él anidan cerca de 100 parejas de buitres leonados, aguilas reales, alimoches y halcones; un auténtico deleite para ornitólogos.

El río Lobos recorre 25 Kilómetros vigilado bien de cerca por farallones calizos de hasta cien metros de altura en caída vertical, intentando abrirse paso entre muros con caprichosas formas. Abundan las cuevas, simas, abrigos y sumideros. Por la espectacularidad de su relieve, es considerado uno de los paisajes más bellos de España.

Pero no se queda sólo ahí. El Parque Natural del Río Lobos podría ser considerado asimismo, como uno de los lugares mágicos por excelencia de la península. Cantidad de grutas subterráneas -inundadas o no-, debido al modelado kárstico, serpentea el Cañón por toda su extensión, haciendo que numerosas energías telúricas recorran el Parque. De hecho, uno de los principales enclaves templarios se encuentra en medio del recorrido de río: la Ermita de San Bartolomé. Aquí, nada se deja al azar. Una ermita en medio de la nada… pero rodeada de “todo”.

Pero… como todo buen viajero ávido de aventuras, lo mejor es calzarse unas buenas zapatillas o botas y lanzarse a caminar por sus sendas ¿Nos acompañáis? Vamos allá…

Río Lobos, internándose en el Parque

Río Lobos, internándose en el Parque.

Nosotros hicimos noche en el pueblo soriano de Ucero. Desde esta bella aldea tomamos la carretera SO-920 hacia el norte. A los 2.5 Km. aproximadamente cogimos un desvío bien señalizado hacia el Cañón y la Ermita. La carretera se interna en el Parque, discurriendo a la margen derecha del Río Lobos. Pasado el Centro de Interpretación del Parque Natural, dejamos el coche en una zona bien acondicionada para ello. Desde aquí, un delicioso y relajado camino de tierra nos dirigió hacia la parte central del Cañón. Este paseo es una bendición para tus sentidos. A la derecha, los apretados muros de piedra caliza serpenteando el sendero. A la izquierda, el relajado y sonoro discurrir del Río Lobos. Este trayecto nos condujo a un ensanchamiento natural en forma de óvalo. Una pradera que no deja indiferente a nadie.

Caprichosas formas debido a la erosión kárstica de miles de años.

Caprichosas formas debido a la erosión kárstica de miles de años.

Frente a nuestros ojos divisamos una gran pradera. Al fondo, un muro natural de más de 100 metros nos corta el camino natural de frente, haciendo que el río y el camino tengan que hacer un meandro a la izquierda muy forzado para salir del paso. Y delante de todo eso, como en primera línea del frente de batalla, , se yergue con cierto orgullo La Ermita de San Bartolomé.

Tengo que reconocer que la primera vez que visité este lugar, era un auténtico profano, lo que me hizo estallar, aún si cabe, más de emoción con esta estampa más parecida a relatos de ficción medieval, que a algo real. Y tal es la carga energética que desprende esta zona, que no pude quedar indiferente hacia lo que me hacía sentir. Después de investigar un poco en algún libro, descubrí lo mágico del enclave.

Pradera y Ermita, con la muralla natural al fondo.

Pradera y Ermita, con la muralla natural al fondo.

La Ermita fue construida en el siglo XIII por la Orden del Temple, famosa orden medieval dedicada a defender a los peregrinos hacia su camino a Tierra Santa, Roma y Camino de Santiago, así como luchar contra la “erejía” musulmana en Las Cruzadas. Sabemos de sobra el poder que alcanzó esta organización, llegando a tener más influencia y riqueza que la nobleza. También es de sobra conocido su conocimiento esotérico. Su impronta en los lugares sagrados siempre va acompañada de numerosos elementos astronómicos y misteriosos, lo que ha dado a esta orden un halo de leyenda/misticismo que perdura hasta nuestros días.

En un estilo románico muy clásico, cisterciense, los caballeros templarios  llenaron la Ermita de simbología cuanto pudieron. Con forma de cruz latina, los rosetones del crucero son de una belleza y simbología perfectas. Formado por cinco corazones -el corazón simbolizado como el órgano principal, motor y centro de todo, Dios es el “corazón del mundo”-, formando una estrella de 5 puntasPentagrama, usado ya desde Pitágoras para relacionarlo con el cosmos y el orden divino-, y en el centro de esta estrella, un Pentágono -se relaciona con el microcosmos, así como con el cuerpo humano. Si estiramos, como el Hombre de Vitruvio, los brazos y las piernas, nos encontramos que formamos un Pentágono con la cabeza en el vértice más alto-. Además dentro del Pentágono se puede dibujar un Pentagrama y dentro de éste, un Pentágono… así hasta el infinito.

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!Qué sencillo parece y cuánta simbología en su significado! Pero, ¿por qué aquí?. Hay varias razones al respecto. La zona está repleta de vestigios y restos arqueológicos desde épocas prehistóricas. Sin ser un sitio estratégica, comercial y defensivamente importante, sí lo es a nivel espiritual y energético. Si medimos la distancia desde este punto hasta los lugares más al occidente  y oriente de la península: Finisterre  y cabo de Creus respectivamente, vemos con asombro que es la misma distancia -centro de la península, microcosmos, corazón de España, Dios en el centro…-. Si trazamos una Tau -tiene forma de T , y también es la forma del báculo del Gran Maestre del Temple– sobre un mapa, poniendo la Ermita en el centro, vemos que abarca parte del Camino de Santiago, el Paralelo 42 -donde se han construido en todo el Planeta centros sagrados de mucha importancia-, y lugares mágico/sagrados como Ponferrada, Eunate, Toledo o Caravaca.

Pero no quiero profundizar más en la Ermita para contaros lo que podéis encontraros detrás de ésta.

Al rodear la Ermita de San Bartolomé nos espera una grata sorpresa. Una brecha profunda en el farallón, nos invita a adentrarnos en las entrañas del muro. Esta cueva ya tiene vestigios de estar habitada en la Edad de Bronce -2000 a.c.-. La cueva es visitable, ya que es bastante grande, accesible y no muy profunda, aunque sí aconsejamos en este caso llevar una linterna para observar bien toda su extensión. Nos indica fuera que existen pinturas rupestres, pero desgraciadamente la intemperie y el vandalismo han hecho de las suyas. La cueva y la Ermita se relacionan bastante entre sí. San Bartolomé fue uno de los 12 apóstoles al que se le adjudica una especie de inmortalidad, ya que se cuenta que fue desollado vivo y que sobrevivió al martirio. Este cambio de piel significa para muchos un renacimiento, como la piel de la serpiente; se podría relacionar en cierta forma con el despertar psíquico de la adormecida conciencia humana.

Ermita de San Bartolomé y la cueva al fondo.

Ermita de San Bartolomé y la cueva al fondo.

Ya sabemos que las cuevas son el lugar de culto más antiguo usado por el hombre para intentar despertar esa conciencia aletargada. Y qué mejor forma de hacerlo que salir desde los más profundo al ombligo del mundo, al corazón y microcosmos, a volver a nacer desde el útero de la Madre Tierra, hasta el misticismo del centro mismo del Universo…

La excursión puede seguir adelante unos kilómetros más recorriendo el Cañón, pero nosotros nos quedamos aquí, disfrutando y llenándonos de esa energía tan especial que se siente. Eso sí, os aconsejamos que la visita la hagáis si tenéis oportunidad fuera del fin de semana y de época totalmente estival. La romería de gente que va y viene, podría disminuir en gran medida lo mágico y bello del enclave.

En la zona existen numerosos pueblos con encanto que merecen la pena si disponemos de tiempo. Nosotros visitamos el Castillo de Ucero, interesantes ruinas medievales del siglo XII, con bellas vistas a la zona. Pernoctamos en una casa rural llamada Posada Los Templarios, un interesante edificio del siglo XVII restaurado, con buenas instalaciones y un Spa situado en la parte baja del mismo. Este Spa reproduce, en cierta forma, el interior de la Cueva de San Barolomé, y sus ofertas son muy interesantes.

En definitiva, una grata experiencia para los sentidos, desconexión y enlace con lo más profundo de nosotros. Un viaje que también fue hacia nuestro interior. ¿Te gustaría salir de tu cueva?

El despertar...

El despertar…

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