Malta es la isla más grande del archipiélago homónimo al que pertenece y, aún así, tiene dimensiones diminutas (27 x 14,5 Km), lo que permite poder recorrerla entera en pocos días. Su ubicación estratégica en medio del Mediterráneo la ha convertido en el epicentro comercial de la zona, por lo que innumerables culturas han pasado durante milenios por aquí y han dejado su impronta . Por consiguiente, aunque la isla sea pequeñita, es mucho lo que hay que ver y visitar. Cuatro días servirán para recorrerla casi en su totalidad, sí, pero te faltarán unos cuantos más para disfrutarla y digerirla como es debido.
Qué ver en Malta en cuatro días
Día 1
Como nuestro vuelo llegó a las 9.30 am, pudimos aprovechar al máximo el primer día. Era sábado y muchos museos cerraban a las 12.30, así que no lo dudamos y apenas nos entregaron el coche de alquiler en el aeropuerto, nos fuimos directo a La Valeta, la capital, a tan solo 9 Km de nuestro punto de partida.
El aparcar es todo un tema. Las callecitas son muy estrechas y hay muchos coches, por lo que puedes pasar bastante tiempo dando vueltas hasta que finalmente logras hacerte con un puesto, y eso que era sábado… El martes entendimos que siempre puede ser peor, ese día fue casi imposible. Pero bueno, continuemos con nuestro primer día. Cuando finalmente encontramos plaza, nos fuimos corriendo a la Oficina de Turismo para que nos detallaran los sitios para visitar pero, sobre todo, lo que incluía la Tarjeta Malta Heritage. La información no fue precaria sino lo siguiente, y la amabilidad no se dejaba ver ni por asomo. Así que sin más tiempo que perder y con bastante disgusto por la atención ofrecida, nos fuimos corriendo a la Concatedral de San Juan, la iglesia más esplendorosa de toda la isla, y eso que tiene mucha competencia ya que hay iglesias espectaculares hasta en los últimos rincones de la isla. La entrada cuesta 10 € e incluye una audioguía muy completa que te ayuda a comprender mucho más y mejor tu paso por ella. Un exuberante barroco maltés se apodera del templo y en un ala apartada encontrarás un impresionante lienzo, obra de Caravaggio, en el que se representa la decapitación de San Juan Bautista.
Aunque el valor de la entrada no es nada barato, te garantizo que bien vale la pena.

En seguida, nos dirigimos hacia las conocidas como las Tres Ciudades: Vittoriosa, Senglea y Cospicua, pero de camino paramos en la Plaza Kastilja donde destaca el Auberge de Castille, que servía como alojamiento de los Caballeros de la Orden de San Juan en el siglo XVI y donde el Primer Ministro lleva a cabo sus funciones en la actualidad.


Un poco más a la derecha, tropezamos con los jardines de Upper Barrakka donde unos espectaculares arcos nos dejaban entrever las ciudades a las que estábamos por dirigirnos. ¡Impresionante a primera vista!
Finalmente, llegamos al puerto donde por tan solo 2,80 € el trayecto un barco te lleva hasta Cospicua. La duración del paseo es de unos 15 min aproximandamente. Y aunque se puede llegar en coche también, bien vale la pena hacerlo de este modo.
En el camino vas viendo las fachadas de las casas cuyo encanto radica justamente en su aspecto decadente pero cuidado a la vez. Difícil de explicar con palabras, pero para eso están las imágenes 😉
Las Tres Ciudades son bastante pequeñas y están muy cercas una de la otra. Puedes recorrerlas andando sin ningún problema. Sus callecitas te enamorarán.
Al final de la tarde, ten en cuenta que estamos a principios de marzo y mucho más al este respecto a España, a eso de las 6 pm nos dirigimos a nuestro Bed and Breakfast B&B De Rohan, ubicado en Zebbug, en el centro de la isla. Un alojamiento 100% recomendable, con la atención y servicio de un 5 estrellas en una casa donde su dueña, Lynn, llena de detalles el espacio y se esmera para que en tu estancia no te falte de nada.
Finalmente, ya sobre las 9 pm o antes, estábamos durmiendo. La vida en Malta es mucho más “tempranera” que en España.
Día 2
Después de desayunar, nos dirigimos al sur de la isla. Esa mañana visitamos los templos megalíticos de Hagar Qim y Mnajdra. La entrada tiene un valor de 10 € y viene acompañada de una audioguía muy completa.
Si eres de los que va en busca de la historia de los sitios que visita, en Malta encontrarás un tesoro lleno de yacimientos arqueológicos que se pueden remontar incluso al 5.000 a.C. En el caso de Hagar Quim y Mnajdra, se estima que se remontan al 3.600 a.C. Solo de imaginar cómo se pudieron construir templos tan grandes con piedras de esa dimensión, cuando ni siquiera se había inventado la rueda, entramos en estado de shock :-O


Luego, por cercanía, nos tocaba ir a la Blue Grotto, pero al ser domingo decidimos irnos al extremo sureste de la isla y conocer el pueblo pesquero de Marsaxlokk y el mercado que tiene lugar justamente este día. Habíamos leído que valía la pena su visita y comer en alguno de los restaurantes que están a la orilla del mar.
Para el poco tiempo que teníamos, no nos compensó ir este día ya que estaba lleno de gente y los restaurantes a rebosar, con lo que el servicio fue mucho más lento de lo que seguramente suele ser el resto de la semana. El mercado en sí mismo consta de un conjunto de puestecitos de mercadillo como los que podemos ver en tantos sitios. Venden aperitivos malteses, ropa, pescado fresco, enseres, etc…
La visita al pueblo vale la pena, el puerto pesquero está lleno de botecitos de colores. Es muy bonito. Lo único es que definitvamente no iría un domingo, o por lo menos no al mediodía, quizás más temprano sea menos agobiante.
Cuando por fin pudimos terminar de comer y de pagar, nos fuimos a St. Peter’s Pool, una piscina natural rodeada por rocas, con unas extensas plataformas donde puedes sentarte a contemplar el paisaje. ¡Un verdadero espectáculo!

De ahí, aprovechando que las distancias son tan cortas, nos fuimos a la Blue Grotto. Cuando llegamos a las 3.10 pm, estaba ya cerrado. El horario marcaba hasta las 3 pm 😦
En el hotel Lynn nos comentó que a veces cierran el embarcadero por las condiciones metereológicas y la verdad es que estaba haciendo bastante aire. Así que nunca sabremos si ese día estaba todo tan cerrado porque era ya la hora o porque las condiciones del tiempo no eran las más favorables.
Día 3
Para no correr ningún riesgo, ese día nos levantamos especialmente pronto y ya antes de las 9 am estábamos esperando a que abriera el embarcadero. Un poco más tarde, zarpamos en el primer botecito que salió ese día. Un paseo de 30 min nos llevó hasta la Blue Grotto, un enorme arco natural rodeado de acantildados. También transitamos por otras cuevas de excepcional belleza. El valor del billete es de 8 €.
Con tanta belleza, 30 minutos saben a muy poco…
Luego subimos hasta Mdina y Rabat. La primera, es una preciosa ciudad medieval amurallada, con edificios de color dorado y callecitas de especial belleza. Aquí se encuentra la Catedral de San Pablo.

Por su parte, Rabat, aunque no es tan hermosa como su hermana mayor, alberga varias catacumbas y museos que narran parte de la historia de la isla a través de sus nichos y antiguos refugios de guerra.

Para cerrar el día seguimos al norte de la isla, a las playas con la arena más fina de toda la isla, nos fuimos ver el atardecer en Golden Bay y la Bahía de Ghajn Tuffiena.
Dejamos el coche en el parking de la Ghajn Tuffieha Tower y de ahí caminamos durante unos 10 min hasta Golden Bay. Nos encontramos con una bahía muy bonita con un enorme Radisson a sus espaldas. Ahí paramos a comer casi con los últimos rayos del sol y con un viento que no parada de soplar. Aún así, el paisaje era realmente hermoso.

Luego deshicimos el camino y emprendimos la caminata hasta el extremos opuesto, hacia la Bahía de Ghajn Tuffiena. El paisaje era aún más bonito, si cabe. Un entorno más salvaje y virgen aparecía ante nuestros ojos. De entre la bahía despuntaba una cala de arena rojiza de 250 metros de longitud, y a la que no pudimos resistirnos, así que decidimos introducirnos entre sus recovecos para descubrirla.

Bahía de Ghajn Tuffieha

Día 4
Hoy es el día para conocer los sitios que nos quedaron sin visitar, así que diseñamos rutas poco coherentes que van de sur a norte sin ningún sentido. Esa es la principal ventaja que tiene el diminuto tamaño de Malta: si se te pasa algo por alto en tu visita, no importa cuan lejos quede porque la distancia no excederá los 30 Km =)
Empezamos en el sur, en Ghar Lapsi: una piscina natural, con peldaños de piedra y aguas azules se apoderan del lugar. Alrededor, imponentes acantilados hipnotizan al espectador.
Después nos fuimos a La Valeta, ahí entramos en el Museo de Guerra del Fuerte St. Elmo. Para los apasionados de este tipo museo es un imprescindible. En mi caso, creo que no lo es tanto. El valor de la entrada: 10 €.


Aprovechamos también para despedirnos de La Valeta y sus edificion decadentes con encanto.
Y finalmente, nos fuimos rumbo al norte, hacia la Bahía de la Salina y la Bahía de St Paul, donde se dice que naufragó San Pablo en el año 60 d.C., un fortísimo oleaje nos daba la más explosiva de las bienvenidas y nos preparaba para lo que sería el shock de nuestras vidas en Gozo.
Lo que nos faltó por ver y no te puedes perder:
- Bucear en aguas maltesas: no pudimos por el mal tiempo que hacía.
- Visita al Hipogeo de Hal Saflieni: no estaba la venta online de las entradas a disposición.
- St. Julian’s y Sliema: no nos dio tiempo.
- La Villa de Popeye: no era nuestra prioridad y no nos dio tiempo.
Como ves, Malta se merece mucho más que cuatro días. No tendremos más remedio que regresar 🙂