De mis cinco días en Marrakech, la excursión al Valle de Ourika fue la que me dejó mejor sabor de boca. El imponente paisaje y lo variopinto de mis compañeros de ruta, hicieron de mi día en Ourika una experiencia enriquecedora a nivel personal, además de superar mis expectativas como viajera.
Así como en las excursiones previas a las Cascadas de Ouzoud y Essaouira, una vez más, y gracias a Viajes Marrakech, pudimos disponer de un servicio de chófer y guía de calidad que hicieron que nuestra visita fluyese sin ningún tipo de inconvenientes. Asimismo, nuestro guía en el valle resultó ser un cielo de chico. Él también se convirtió en uno de los principales responsables de que mi experiencia hubiese sido tan positiva.
Cómo llegar al Valle de Ourika
Solo 60 Kms separan Marrakech del valle, ubicado al sureste de la ciudad roja. Las opciones para desplazarse son diversas, siendo el Grand Taxi, el vehículo particular y las excursiones organizadas las más comunes. Por las razones que ya he mencionado en los posts anteriores, considero que la mejor opción para desplazarse en Marruecos son las rutas organizadas. Sí, ya sé, a mí también me gusta moverme a mi aire, pero también es cierto que hay ocasiones en las que más vale prevenir que curar. El excesivo regateo o la posibilidad casi inminente de que te digan un precio al principio y luego súbitamente, cuando ya no hay posibilidad de echarte para atrás, te suban el precio, es un mal rato que en lo personal prefiero evitar a toda costa. Por su parte, la opción del coche no es de del todo desdeñable si vas en grupo. Eso sí, tendrás que concentrar toda la atención del grupo en los radares camuflados que se encuentran a lo largo de la vías marroquíes. En todo caso, desde mi experiencia con Viajes Marrakech puedo decir que por precio y por calidad de servicio, es la opción más segura y fiable para moverte por Marruecos.
Qúe ver en el Valle de Ourika
Antes de llegar al valle nuestro chófer hizo tres paradas previas: la primera en una cooperativa de mujeres de aceite de argán; la segunda en una tienda de artesanía bereber y la última, en medio de la carretera donde estaba un grupo de camellos que daban paseos por los alrededores a los turistas que así lo quisieran. Como no me hacía mucha gracia el tema de los camellos en plena carretera, me quedé haciéndoles fotos a los que se habían salvado del paseo. Curiosa también fue la variedad y cantidad de carga que pasaba por nuestros ojos en fracciones de minuto en diferentes medios de transporte.
Después de media hora finalmente llegamos a Fadma, la principal población del valle. Ahí nos recibió Alí, un chico bereber que hizo muy amena nuestra excursión. Pronto empezamos a subir por las montañas que nos llevarían a las siete cascadas del valle. Mientras, atravesábamos tiendas con productos típicos bereberes y nos sorprendíamos con las ingeniosas neveras naturales expuestas a lo largo de nuestro recorrido.
A medida que subíamos, el paseo iba valiendo cada vez más la pena. Las vistas de las montañas que conforman el valle se iban perfilando en el horizonte, mientras poco a poco cada una de las siete cascadas iban anunciando que nos íbamos acercando a la cima.
Lo extraordinario del paisaje no se mide en función del caudal de las cascadas. Realmente son caídas de agua reducida. Pero recordemos que en un país tan seco como Marruecos, un valle como éste se convierte en una especie de oasis. Eso, más las impresionantes montañas que se dibujan a lo largo del río y el clima fresco de montaña hacen de éste un verdadero refugio para los amantes de la naturaleza.
En el camino puedes encontrar ciertas dificultades: la subida en rocas a lo largo de la travesía y la necesidad de tener que escalar una escalera de aluminio improvisada para poder continuar la ascensión por el valle. Como ya he comentado, no requiere una preparación física previa pero sí convendría tener unas condiciones mínimas de aguante y un calzado apropiado para que sea mucho más placentera la excursión.
Al final del recorrido, nos sentamos a comer a orillas del río. Era un menú cerrado que incluía primero, segundo, postre y bebida por 12 € al cambio. El ambiente realmente invita a comer con calma y disfrutar relajado del entorno que te rodea. El tiempo se detiene en Ourika. No hay más preocupaciones que la de tener que volver a la rutina.
Y lo que sin duda se convirtió en lo mejor de mi viaje a Ourika fue la compañía. Definitivamente hay pocas cosas en la vida con las que creces tanto como con el viajar. No solo porque conoces lugares nuevos, sino porque te fuerza a conocer o vivir en primera persona las realidades de otros, tan aparentemente diferentes a ti ¡Si es que al final va a ser verdad eso de que todos somos iguales!
Amo viajar porque cada vez que vuelvo a mi sitio de origen siento que algo en mi interior ha cambiado: la empatía crece y los prejuicios se disipan; el miedo a lo desconocido se extingue y las ganas de viajar, crecer, conocer aumentan exponencialmente. Mi viaje a Ourika me dejó amistades de Francia, Argelia y Polonia. Juntos, parecíamos de una misma nación. Ese día en Ourika, desaparecieron las fronteras y fuimos solo ciudadanos del mundo que por casualidad se encontraron en un pueblo del sur de Marruecos. Tan aparentemente distintos y tan increíblemente parecidos.
Recomendaciones
Estar físicamente preparado para subir montañas de dificultad baja-media. Llevar ropa y zapatillas adecuadas para el trekking. Tomar en cuenta que el valle tiene una temperatura más baja respecto a Marrakech y depende del período, sería conveniente llevar consigo un jersey o sudadera.