Una de las imágenes más bellas que nos podemos encontrar en toda la Comunidad de Madrid es la que nos regala la cima del pico La Maliciosa que, con sus 2.227 metros, se convierte en uno de los grandes atractivos de la Sierra de Guadarrama.
Esta vez la ascensión la emprendimos desde La Barranca, en su zona sur, quizás por ser el camino más atractivo y escarpado para llegar a la cima. Aunque debemos recordar que en invierno las condiciones de la montaña impelen la utilización del material adecuado y la experiencia necesaria para no tener que lamentar ningún accidente.
Llegamos al parking de La Barranca, después de desviarnos de la carretera que va desde el pueblo de Navacerrada al puerto homónimo. Enfrente del parking se sitúa el hotel La Barranca, punto de referencia para iniciar nuestra ruta.

Comenzamos el camino por la pista forestal ancha que sale del parking y se adentra en el magnífico y frondoso bosque de La Barranca. Hoy hace un día espléndido. El adentrarse por el sendero nevado es como una bendición para los sentidos. A los 5 minutos de empezar, nos encontramos con una zona recreativa de tirolinas y actividades al aire. Desde aquí tenemos dos opciones: seguir por la pista ancha que se encuentra a nuestra izquierda o continuar por nuestra derecha siguiendo el cauce del río Manzanares. Éste es el camino que sin pensarlo dos veces vamos a seguir. Ahora ya estamos en medio del bosque. Todo a nuestro alrededor se funde en blanco, verde, marrón y azul. Al sol de invierno le cuesta adentrar sus rayos entre el rizado umbroso del bosque. Parece mentira que un río como el Manzanares, tan gris, triste y contaminado en algunas zonas de la capital, fluya con tanta belleza y pureza por este bosque.

Siguiendo el curso del río y de las huellas marcadas por antiguos excursionistas, vamos ganando altura con paciencia. Al poco rato nos volvemos a encontrar con el sendero principal, llamado Regajo del Pez, por el que continuamos subiendo. El camino está señalizado en todo momento por las marcas horizontales blanca y amarilla, símbolo que usa la red de senderos para marcar un camino P.R. -pequeño recorrido-.
Más adelante llegamos a la fuente de la campanilla, justo unos minutos antes de ir dejando atrás el bosque y enfrentarnos de lleno con el Regajo del Cancho Negro: la canal que debemos seguir para alcanzar el Collado del Piornal.

Ahora sí que el camino se vuelve algo más complicado. Hay nieve y, debajo, placas de hielo, con lo cual es necesario el uso de crampones para asegurarnos un buen agarre. Recuerdo que las condiciones de alta montaña requieren tanto el equipo como la experiencia necesaria para afrontarla con la seguridad adecuada. En este caso, los bastones, las botas alpinas y los crampones se hacen necesarios. Tambien es muy conveniente llevar polainas para que la nieve no moje las partes internas de la zona de los tobillos. En mi caso, el pantalón que llevo va con ellas incluidas.
Poco a poco vamos ganando altura por el Regajo del Cancho Negro. El camino te sumerge en ese mundo interior que te habla cuando lo único que oyes a tu alrededor es el siempre característico crepitar de la nieve helada herida por cada paso con el crampón. El día sigue siendo impresionante, aunque ya desde abajo veo que en la parte superior del Cordal de La Maliciosa el viento anticipa su llegada.

Por fin llegamos al Collado del Piornal, zona donde se junta nuestro camino con el que parte de la Bola del Mundo. Desde aquí -2.074 m.- y ya superados 700 metros de desnivel, sólo nos queda ascender por nuestra derecha todo el cordal de La Maliciosa para alcanzar su cima.


Efectivamente, el viento aquí rachea de forma intensa, lo que nos hace abrigarnos aún más de esa sensación térmica gélida que ya sentimos en el cuerpo. Por fin llegamos a la cima, unas dos horas y media después de haber salido del parking, 2.227 m. desde donde podemos disfrutar de unas vistas inmejorables de toda la zona.
Aquí, en la cima, y si el tiempo lo permite, podemos deleitarnos un buen rato con el paisaje que se nos muestra. Particularmente suelo poner alguna canción de Lisa Gerrard para para terminar de evadirme de la realidad, y entrar en ese mundo de los sueños del que a veces no queremos salir.
Después de un rato de trascendencia volvemos a la realidad, toca deshacer el camino de subida, siguiendo nuestros pasos, para retornar a la cruda realidad…

Un gran día para una gran ascensión. Nos maravilla cada pequeño elemento del camino, estamos rodeados de todo lo que nos da la felicidad sin tener nada de lo que creemos necesario. Por un rato miramos dentro de nosotros y nos vemos frente al espejo. Bienvenidos al mejor ejercicio de introspección que existe: rodearse de naturaleza…